Cualquier reportero que haga crónica social podría escribir un libro con las anécdotas que le brinda una jornada laboral cualquiera. Para muchos es un oficio envidiado que te permite descubrir gente interesante, contar historias humanas, y empaparte de la opinión del ciudadano de a pie (que siempre tendrá más valor que la de cualquier político).
Pero, como todo, también tiene su parte negativa y raro es el día en el que el reportero (de oficio y corazón) no se queda perplejo ante las reacciones de los entrevistados, en ocasionas faltas de civismo e incluso violentas. Al fin y al cabo, hay que entender que uno no se dirige a un medio de comunicación como quien va a la panadería y exponer nuestra imagen al público general así como así no es tan fácil.
En cuanto a la imagen pública del reportero… bueno, esto es como hablar de los gajes del oficio del panadero. Es lo que hay, pero hay más. Una conversación en un parque con jubilado ofrece más de un consejo valioso al protagonista de este reportaje que, sin que sirva de precedente, es el propio reportero.
Comentarios
Ana Román dice:
¡Vaya reportero más divertido!
jueves, 26 de abril de 2012 a las 20:04