Son medidas impopulares, no hay duda. Pero el Gobierno de la Nación las defiende a capa y espada sabiendas incluso de que el caldo que están haciendo entre la población es esencialmente negativo.
Vayan apretándose el cinturón porque los recortes en educación, el “medicamentazo”, la reforma del sistema sanitario y la subida de impuestos puede que sean sólo las primeras hebillas.
Asfixiados por el nivel de vida que España sigue empañada en mantener y con un alto nivel de desempleo, los españoles reciben este guantazo con malestar y, aunque todo el mundo parece tener una idea mejor, al final (este país es así) casi todo el mundo parece dispuesto a poner la otra mejilla.
Pues no se hable más: salimos a la calle a preguntar por la solución que propone cada ciudadano, como si hablásemos de cuadrar las cuentas de nuestra familia a final de mes sentados en la cocina. ¿Dé que podemos quitarnos antes de todos estos derechos fundamentales? ¿Gastos administrativos? ¿Fomento? ¿Instituciones? ¿Armamento militar? Usted dirán…
Pues lo primero, dicen, “¡que se bajen el sueldo!” Puede que no sea suficiente, pero quizá así la medicina de los recortes nos resultase menos amarga.
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