Entre los daños causados se encuentran la rotura de aspersores de riego, difusores, cajas de conexiones y arquetas; lo que provoca que el césped y las plantas se sequen, además de un considerable gasto para las arcas municipales.
A estos destrozos hay que sumar los robos sufridos en el taller donde los operarios del servicio de Jardinería guardan sus vehículos y utensilios, de donde sustrajeron herramientas como una sopladora, una desbrozadota o tijeras; además de la rotura de un cristal de una furgoneta y la extracción de la batería.
José Álvarez, el oficial de Jardinería que ha presentado el informe técnico, ha admitido que estos actos vandálicos van más allá de las gamberradas habituales en verano, cuando los niños tienen más tiempo libre.
En este sentido, ha indicado que en algunos de los casos son necesarios unos conocimientos mínimos de jardinería, por lo que ha sugerido la existencia de una mano negra interesada en que las cosas no funcionen como deberían o de muchos jóvenes aburridos en el municipio.
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