En su breve discurso solo hay agradecimiento, incluso en el español que aun no dominaba le escuchamos un emotivo “Gracias España. Gracias, Madrid”.
La localidad madrileña de Getafe es desde ahora su hogar. Allí, la escuela nacional de entrenadores les ha habilitado una casa y le ha ofrecido un trabajo a Osama para que haga lo que mejor sabe hacer: entrenar a un equipo de futbol como ya hacía en su país antes de que estallara la guerra. Osama pide ayuda para que su mujer y sus otros dos hijos, que están en un campo de refugiados en Turquía, puedan reunirse pronto con ellos. De momento esta noche han dormido allí en su nuevo hogar, en Getafe.
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