Iron Maiden, cómo hemos cambiado
Son la definición perfecta del heavy metal. Las guitarras y las voces que colorean cada himno que componen estos británicos han regresado con un nuevo disco bajo el brazo, quizá el último, en el que nos volvemos a encontrar a “Eddie”, la peculiar mascota monstruosa que nos acompaña hasta los primeros días de la banda.
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- 06/10/2015 a las 10:07
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Iron Maiden, cómo hemos cambiado
Son sin duda uno de los máximos referentes del heavy metal. Y gracias a Dios, o a Eddie, la “bestia” que tienen como mascota, nos han regalado un nuevo disco. “The speed of light”, esto que escuchan, es el primer sencillo de “The book of souls”. No sabremos si será el último trabajo de los Maiden, por culpa del cáncer de lengua de su cantante, Bruce Dickinson, pero nos sirve para remontarnos al comienzo de su carrera en 1980.
Su primer single ha sobrevivido al paso del tiempo. “Running Free” sorprendía por la rapidez de las guitarras y por la fuerza de la voz de Paul Di’Anno, el cantante original que permaneció un disco más, porque en el 82 era sustituido por Dickinson y su voz estridente en temas como “Run to the hills”.
No todo el mundo recibió bien el cambio de voz, pero la calidad y la profesionalidad de Dickinson se impusieron. Eso y la obra maestra que suponía el disco, “The Number of the beast”: primero por la música, mucho más melódica y rica en matices, pero también por las portadas y las letras, que por primera vez y para siempre muestran un lado oscuro, con irreverencias para los públicos más conservadores y monstruosidades como su mascota, Eddie.
Sin duda “The number of the beast” es una obra maestro, que como casi todo el repertorio pertenece a Steve Harris, el magnífico bajista, compositor y fundador de los Maiden. Al año siguiente, 1983, los británicos confirmaron su éxito en todo el mundo con el disco “Piece of mind”, donde encontramos uno de los riffs inmortales del heavy en “The Trooper”.
Otro años más, 1984, y otro disco, “Powerslave”, de donde rescatamos el tema “2 minutes to midnight” que continuaba con la temática de la oscuridad y el misticismo para embarcarse en una maratoniana gira mundial.
Se puede decir que Iron Maiden aprovechó al máximo la década de los 80 y el auge del heavy incorporando los característicos sintetizadores de teclados. En el 86 regresaron con “Somewhere in time”, aunque fue dos años después, en el 88, cuando volvieron a parir otra obra maestra que todavía perdura, “Seventh son of a seventh son”, una obra épica de la que extraemos el tema homónimo y también el magnífico “Can I play with madness?”.
Los Maiden entraron entonces en una nueva década con timidez y un disco poco provechoso, aunque en el 92 editaban “Fear of the dark”, cuya canción homónima define a la perfección el estilo de los británicos.
Sin embargo este álbum fue un punto de inflexión, porque supuso la despedida temporal de Bruce Dickinson. Con Blaze Bayley al micrófono sacaron dos discos un poco sin pena ni gloria. El sonido era más oscuro y la voz de Bayley más limitada. Pero se pueden rescatar temas como “The sign of the cross”.
Pero llegamos al nuevo milenio con “Brave new world”, un disco en el que volvieron Dickinson a la voz y Adrian Smith a la guitarra. El sonido parecía más asentado, menos alocado, algo diferente a los dorados años ochenta y sin tanto gancho pero con una calidad técnica impecable.
Desde entonces solo en tres ocasiones han regresado al estante de “novedades” de las tiendas de discos. Y nunca reeditando éxitos pasados. Pero por supuesto que no hay que desdeñar temas como “El dorado”, de 2010, en el penúltimo disco de la banda, “The final frontier”. Con él nos despedimos, esperamos que sólo de momento, del gran “Eddie” y su “doncella de hierro”.
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