Enrique Bunbury, cómo hemos cambiado
El aragonés más carismático acaba de anunciar un “parón indefinido” para bajarse de la escena. Repasamos una trayectoria llena de éxitos, tanto al frente de Héroes del Silencio, sin duda el mayor grupo de rock en español, como con sus experimentaciones musicales en solitario.
- Cultura y ocio
- 13/01/2015 a las 18:21
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Enrique Bunbury, cómo hemos cambiado
El incombustible e incomparable Enrique Bunbury acaba de poner un punto y aparte a su producción. El 20 de diciembre daba en Madrid su último concierto antes de un parón indefinido. Por eso es buen momento para repasar lo que ha sido su carrera, comparando temas como este “Despiera” de su disco “Palosanto”, el último, con el que le dio a conocer, “Héroe de Leyenda”.
Era 1987 y Héroes del Silencio empezaban a sonar en bocas y radios de media España. Con la carismática voz de Bunbury, poco a poco se fueron haciendo un hueco en la escena musical con temas como “Mar Adentro”. Fue unos años después cuando el disco “Senderos de traición”, en 1990, convertía a los Héroes en el mayor grupo de rock de nuestro país, y elevaba a categoría de obra maestra dos canciones tan bien pulidas como “Entre dos tierras” y “Maldito duende”.
Giras por medio mundo después, miles de reconocimientos y en lo más alto de su producción, los Héroes se separaban, provocando una brecha que la mayoría de aficionados a la música sueñan con volver a saturar algún día. Antes de eso dejaban, en la primera mitad de los 90’, otras joyas como “La sirena varada” o “Iberia Sumergida”.
Tras este punto y final Enrique Bunbury emprendía un camino en solitario lleno de experimentaciones. Lo hacía en el 97 con “Radical Sonora”, cuyo estilo era, como su nombre indica, absolutamente radical. Bases melódicas electrónicas, aires persas y, sobre todo, pelo corto, hicieron que a pesar de temas como “Salomé”, el disco fuera recibido casi como una traición.
El zaragozano estuvo a punto de arruinarse con este disco, pero se repuso y a golpe de talento hizo comprender al público que se tenían que olvidar de su etapa anterior para acostumbrarse a experimentaciones musicales de lo más variadas. En 1999 publicó “Pequeño” y volvió a la senda del éxito. Era imposible no hacerlo con temas como “Infinito” y “De mayor”.
Efectivamente Bunbury ya no era aquel que se enfundaba en cuero con cintas en el pelo, pero sólo por fuera, porque por dentro no había cambiado tanto. En 2002 publicó Flamingos, donde quiso que todo fuera como un gran ring en el que cada golpe era un tema mejor que el anterior. “El club de los imposibles” y “Lady Blue” eran dos de los asaltos. Bunbury ha seguido cosechando éxitos en España y en Latinoamérica, donde le acogen con un cariño envidiable. Algo que se dejó sentir en “El viaje a ninguna parte”, de 2004, donde las influencias de la música de Centroamérica protagonizaban todo el disco. Ejemplo: “Que tengas suertecita”.
Desde entonces los discos de Bunbury han seguido una línea más o menos fija, con temas potentes para subirnos el ánima o canciones casi susurradas que, al contrario, nos dejan un sentimiento de desazón. De lo uno de lo otro son ejemplos “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, de 2008, y “Frente a Frente”, de 2010.
Pero para entender la gran empatía de Bunbury con Latinoamérica, destacamos el penúltimo disco del maño, “Licenciado Cantinas”, donde aunaba magistralmente letras tradicionales de aquellas regiones con el estilo personal que sólo una persona que se llame Enrique Bunbury puede manejar.
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