Se trata de un programa puesto en marcha por el Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Severo Ochoa, que se desarrolla a través de sesiones organizadas por Esmeralda Martín, enfermera educadora del Servicio, y que tienen como finalidad mostrar a estos pacientes los beneficios del deporte y cómo pueden iniciarse en su práctica, teniendo en cuenta las precauciones necesarias según su enfermedad.
Según el centro hospitalario, el ejercicio físico realizado de forma regular mejora la sensibilidad a la insulina hasta por lo menos 24 horas después de su práctica, incrementa el consumo de glucosa por parte del músculo y evita los picos de azúcar después de las comidas.
En estos pacientes además disminuye la posibilidad de necesitar inyecciones de insulina para mejorar el tratamiento. Los talleres también se dirigen al aspecto psicológico de estos enfermos y pretenden aumentar la autoestima, confianza y seguridad que está asociada a la práctica regular del deporte.
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