“Un embarazo representa en la mayoría de los casos el lugar de inicio de un proyecto en el que pasar de ser pareja a ser familia, pero que abarca infinidad de posibilidades”, explica Miriam Sobrino Olmedo, matrona del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles y sexóloga del Centro Sexológico Sexorum.
Este análisis parte de una base: no hay dos familias iguales, ni tampoco dos parejas iguales. “Esto hace que los reajustes que necesariamente han de producirse ante los cambios que se van sucediendo pueden resultar sencillos y tranquilos para unas, y en otras, pueden provocar malestares que lleven a cierta insatisfacción y, con frecuencia, a dificultades para las parejas e individuos alrededor de los encuentros eróticos”, apunta la sexóloga, que, entre ellos, destaca los cambios en los deseos, molestias genitales, en los orgasmos, alteraciones en las excitaciones, en sus formas, vías, ritmos…
La convivencia, la relación con las familias de origen o las propias capacidades de los individuos en su vida laboral o familiar también son elementos que afectan en esta compaginación.
“El embarazo introduce novedades singulares en la mujer gestante y su pareja, cambios en deseos, prioridades, convivencias y apetencias donde las dudas y desconciertos pueden aparecer en cualquier momento”, reconoce Sobrino Olmedo que concluye asegurando que “estas novedades, cambios y a veces líos que aparecen no son exclusivos del primer embarazo o primer hijo y pueden acontecer en segundas o terceras experiencias de gestación”.
En conclusión, la mujer embarazada y su pareja están en un escenario nuevo, el de la gestación, “generalmente muy deseado y significativo para ambos” y se trata de un momento de cambio como otros tantos que puede vivir una pareja “que nos colocan frente a situaciones nuevas y a veces complejas a las que hacer frente”.
Comentarios