Miriam Sobrino, matrona del Hospital Rey Juan Carlos de Madrid y Sexóloga en el Centro Sexológico Sexorum, recuerda que “el periné contiene, el periné permite, recibe y responde al juego de fuerzas como la tos, la risa, algunos tipos de abdominales, el ejercicio intenso, el estreñimiento, el embarazo, coger peso, cantar, parir…”
Así por ejemplo, durante el embarazo, hay un aumento de las fuerzas ejercidas sobre el periné debido a la ganancia de peso, el crecimiento del vientre y “sabemos que muchos de los problemas que pueden aparecer ocurren después del primer parto” apunta Sobrino.
“La atención que de un tiempo a esta parte se da a esta zona del cuerpo va desde lo terapéutico cuando hay una alteración de la función, a lo preventivo para que estas no aparezcan en los casos en los que sabemos que con mayor facilidad se presentan, como sería el embarazo, tras el parto o durante la menopausia” señala la especialista.
“Toda propuesta de abordaje en el trabajo de reeducación, ya sea aquella que busque una mayor tonicidad y fuerza o bien desde la flexibilidad, debe partir de la toma de conciencia y de poder integrar en la vida diaria dichas sensaciones” explica Sobrino que matiza que “a la hora de una aproximación al periné de cada mujer, la invitación sería la de que cada una pudiera descubrir sensaciones en esta zona, reconocerla e incorporarla como parte de su globalidad corporal”.
Los ejercicios de suelo pélvico son recomendados para mejorar el tono y reforzar esta capacidad de contención y soporte; su eficacia en la prevención de dificultades como las incontinencias y el descenso de vísceras o prolapsos no termina de estar bien definida, sin embargo, se recomiendan casi como algo que deben hacer todas las mujeres a lo largo de su vida y sin prestar demasiada atención a sus circunstancias individuales.
Cuando hablamos de las dificultades que en relación a esta zona podemos encontrar, solemos pensar en aquello que es más frecuente, es decir un tono muscular debilitado, pero también en ocasiones se da un aumento del mismo que puede traer algunos malestares al no posibilitar las relaciones eróticas con penetración.
La presencia de alguno de estos problemas, como la incontinencia o el prolapso, no necesariamente van acompañado de síntomas, es decir “no siempre se dan asociados malestares o incomodidad para las mujeres.
Este sería un punto interesante en el que profundizar, indagar con las mujeres con las que trabajamos sobre cómo son sus vivencias en referencia a este hecho” comenta la doctora que enumera algunas de las cosas que pueden experimentar las mujeres: “sensaciones de presión en la vagina, cambios en la apariencia a la que estamos habituadas de nuestros genitales, la perdida de orina en momentos puntuales o las molestias y el dolor con la penetración”.
“Ya que sabemos que las vivencias de un hecho concreto en diferentes sujetos siempre será distinta: no para todas las mujeres resultará incómoda la pérdida de orina, ni en todos los contextos de la misma manera, puede que no sea igual si me ocurre al correr o durante un encuentro erótico, por ejemplo, y si hablamos del descenso de vísceras o prolapsos, también será interesante a la hora de tantear opciones terapéuticas, ver como de limitante le resulta a cada mujer, las implicaciones en su imagen, o las dificultades para mostrarse ante otro cuando dicho descenso progresa hasta aparecer a través de la vagina” resume la especialista que comenta que “el tratamiento irá encaminado a mejorar algunos de estos síntomas, los que más dificultan vivencias satisfactorias, que a resolver una cuestión estructural”.
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