En Guatemala la población es muy joven de forma que el 42 % es menor de 14 años. En la zona rural la población es mayoritariamente indígena, con porcentajes de pobreza de alrededor del 70% y de extrema pobreza del 34%. Una de las deficiencias fundamentales se refiere a la salud infantil. Mercedes Alonso, coordinadora de la Ong, enumera algunas de las razones de esta deficiencia como “la falta de medios y de calidad de la salud pública, y la desconfianza de la población indígena a la atención en los centros de salud y hospitales públicos o el escaso porcentaje (alrededor del 30%) de personas con acceso a la Seguridad Social (IGSS)”.
Además, añade, la medicina privada es costosa y de calidad muy desigual y los especialistas se encuentran sólo en la capital y segunda ciudad del país; junto con ello el miedo a la discriminación al indígena en el trato con los médicos o la barrera del idioma (el español no es la lengua materna de la mayoría de la población indígena, que habla diferentes lenguas mayas) son también elementos a considerar.
“Por ejemplo”, asegura Alonso, “los partos en su mayoría siguen siendo en casa y son atendidos por comadronas tradicionales. Por las dificultades de comunicación para llegar a un centro de salud u hospital, cuando el parto es problemático se suele llegar tarde a tener una asistencia especializada correcta, con fatales resultados para la madre y el bebé”. Los porcentajes de mortalidad infantil, mortalidad perinatal y mortalidad materna son muy altos y hay un elevadísimo porcentaje de niños con malnutrición crónica.
Senderos de Maíz es una ONG que trabaja desde el año 2002 en el Departamento de Sololá, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de forma integral de las niñas y niños con diferentes discapacidades (físicas, mentales o sensoriales). “En nuestra zona hay un porcentaje elevado de niños con discapacidad y su atención sanitaria adecuada requiere un alto gasto en pruebas diagnósticas, medicamentos crónicos, aparatos ortopédicos, cirugías y diferentes tipos de terapias” explica. Su trabajo comenzó en el sector salud, pero posteriormente se ha ido ampliando a educación (sobre todo de niñas/os con sordera profunda y ceguera), con fomento de la educación inclusiva, acciones de sensibilización social, formación de personal local de los centros de día de discapacitados, apoyo a las asociaciones de discapacitados locales de la zona, y acciones de incidencia política.
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