“Detrás hay en la mayoría de los casos un plan elaborado” explica Miriam Sobrino, matrona del Hospital Rey Juan Carlos y sexóloga del Centro Sexorum que recuerda que “creer que podremos planear el momento concreto en que embarazarnos, el número de hijos que tendremos, la estación del año en que gestaremos, los años que se llevarán….nos presupone con más capacidades de las reales”.
La propia organización de nuestra vida (educación, formación, acceso al mundo laboral…) hace que se haya pospuesto, o ni siquiera planteado, el momento de tener hijos. “Pudiendo ser el uso de anticonceptivos hormonales en sus diferentes presentaciones, preservativos, evitando algunos gestos concretos como la penetración o limitando los mismos a ciertos días del mes” señala Sobrino.
Detrás de esta creencia está la idea de que es muy sencillo que el embarazo ocurra si no se hace algo por evitarlo, sin embargo, la experiencia para la mayoría de las parejas no es esta. “Buscarlo no significa encontralo” , por ello, ese periodo que se extiende desde el deseo de hijo hasta que se alcanza el embarazo puede añadir tensiones e inquietudes a la relación.
“Una pareja que desea tener un hijo, ve cómo el hecho de desear ya los coloca en un lugar diferente. Empiezan a pensar, a hablar, a imaginar, a fantasear con el embarazo y el ansiado hijo”. Preguntas como: ¿Cómo será él bebe?, ¿Hasta qué punto se transformará mi cuerpo y cómo me sentiré? ¿Cómo me mirará el otro ante estos cambios?, ¿Será niño?, ¿Será niña?, ¿Qué novedades traerá a nuestra vida?.¿Y seremos capaces de reajustarnos?.
“Todo esto hace que se sientan diferentes, algo ha cambiado en su identidad como hombre y como mujer, y no importa que sea el primer, el segundo hijo o que este finalmente nunca llegue, tan solo el desearlo los conforma, los trastoca, los reubica en otro lugar” resume la sexóloga.
Pero, cuando el embarazo se demora en llegar, suelen aparecer algunas tensiones, inquietudes, miedos, interrogantes, son otras preguntas del tipo:
¿Seré demasiado mayor?,¿Será que trabajo en exceso?,¿Será lo que como, el aire que respiro, el ritmo de la ciudad en la que vivo?,¿Seré yo, será el otro?,¿Y si hiciera yoga, o viviera en la naturaleza?, ¿Y si me lo tomara menos en serio, si dejara de preocuparme?, ¿Será que no sé relajarme?,¿Tendré algo que no funciona bien?...
Ante ello necesitamos saber cómo desenvolverse en esta incertidumbre desde que una pareja deja de evitar la concepción hasta que llega el anhelado embarazo. “Hay una pregunta que no toma tanta presencia y sobre la que nos resulta interesante detenernos: ¿Será que esto de gestar es menos espontáneo de lo que imaginamos? Y justamente es la pregunta que más contribuye a despejar algunas tensiones que sabemos se instalan en las parejas. En efecto, lograr embarazarse suele ser eso, un logro, una hazaña para la mayoría de las parejas”.
Lograr una concepción suele requerir una actitud activa y tiene más que ver con la fecha en el que se produce la ovulación (el óvulo se desprende del ovario) que “con la magia, el amor o las ganas de hijo”.
Los datos nos dicen que una pareja sana tiene un 15- 20% de posibilidades de lograr un embarazo en un mes en el que haya tenido encuentros con penetración durante el período ovulatorio; de ellas, un 30% lo logra en tres meses, un 70% en medio año, aproximadamente un 80% en un año y hasta un 93% en los dos primeros años. “Y todo ello sin que existan dificultades, porque recordemos que en la mayoría de los casos no ocurre nada, tan solo es cuestión de tiempo y de optimizar los encuentros” subraya Sobrino. La edad de la mujer y el hombre son uno de esos factores que afecta a la fertilidad, haciendo que los tiempos puedan variar, pero no es el único. “Esto no significa que una mujer de más de 35 años siempre encuentre dificultades para concebir, sino que en muchos casos necesitará más tiempo para conseguirlo .La influencia de la edad en la capacidad de concebir del hombre es menos clara”.
“Con todo, creemos”, concluye la matrona, “que unas intervenciones centradas en enfatizar el riesgo han podido generar expectativas poco reales sobre las probabilidades de gestar de una mujer y un hombre”.
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