Existen diversos tipos de Glaucoma, pero el que afecta de forma más frecuente a la población general es el llamado Glaucoma crónico de ángulo abierto o Glaucoma simple, cuya principal característica es el aumento de la presión intraocular (PIO) por encima de los valores estándar. Pablo Gómez García, oftalmólogo del Hospital Infanta Elena, apunta que “si bien puede ser que haya individuos con tensiones más elevadas que no desarrollen glaucoma, y algunos con tensiones dentro de la normalidad sí lo desarrollen. Hay que destacar que la tensión ocular no tiene ninguna relación con la tensión arterial sistémica.”
Entre los factores de riesgo para padecer este tipo de Glaucoma podemos citar además de una presión ocular elevada, la edad avanzada, la raza negra, ojos miopes y antecedentes familiares de Glaucoma. La suma de diversos factores de riesgo en un mismo paciente puede aumentar su probabilidad de padecer esta enfermedad en cinco o seis veces.
“El Glaucoma crónico simple es asintomático en sus primeras fases, pues la visión central del paciente se conserva hasta las fases finales de la enfermedad, siendo la visión periférica la que se altera en primer lugar” explica Gómez que matiza que “además, tensiones oculares elevadas de forma moderada son imperceptibles para el paciente. Es por ello que muchos glaucomas son diagnosticados en nuestras consultas en revisiones rutinarias sin que el paciente presente sintomatología alguna.”
El tratamiento se enfoca a la disminución de la PIO, primero con tratamiento médico y posteriormente con tratamiento quirúrgico si el anterior no tuviera éxito o fuera insuficiente. “El objetivo es lograr una PIO que no produzca daño al nervio óptico y así poder detener la enfermedad y que no progrese el daño en la función visual” señala el oftalmólogo.
El tratamiento médico es mediante diferentes colirios, cuya pauta general varía entre una y dos gotas al día en el ojo afectado dependiendo del fármaco elegido por el oftalmólogo. Las diferentes técnicas quirúrgicas tienen como objetivo común aumentar la salida del humor acuoso del ojo para así bajar la tensión ocular. Estas cirugías se suelen realizar con anestesia local o general, y en la mayoría de casos no suele ser necesaria la hospitalización del paciente.
“Debido a lo anteriormente comentado acerca de la no presencia de síntomas hasta un avanzado desarrollo de la enfermedad, es necesario que la población se conciencie de acudir ocasionalmente a la consulta del oftalmólogo para que éste realice una correcta toma de la presión ocular y observar la apariencia de la cabeza del nervio óptico” recalca el especialista. Esto es recomendable en pacientes mayores de 45 años en general, y especialmente si existen antecedentes familiares con esta enfermedad. El diagnóstico de Glaucoma siempre ha de ser realizado por un especialista en Oftalmología, y si es tratado a tiempo, las posibilidades de éxito aumentan considerablemente.
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