La relación alimentación-salud es algo que se conocía desde antiguo; ya Hipocrates de Cos, conocido como el padre de la medicina, dijo “que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Enrique La Orden Izquierdo, pediatra especialista en Digestivo y Nutrición. Hospital Infanta Elena de Valdemoro recuerda que “desde que el hombre habita en la Tierra los alimentos nos han permitido sobrevivir; sin embargo algunos alimentos, su manufacturado y la forma de cocinarlos pueden alterar las digestiones y provocar incomodidad, propiciar la aparición de algunas enfermedades, y también, servir como prevención e incluso como tratamiento de otras”. La línea actual de conocimiento es la Nutrigenómica, que es la ciencia que estudia la interacción de los componentes de la dieta con el conjunto de genes del individuo y su repercusión sobre el estado de salud.
Los alimentos influyen en nuestra digestión, por ejemplo, apunta La Orden, “el vaciamiento gástrico está influido por las propiedades físicas y químicas de los alimentos y así comidas grasas o poco trituradas por una masticación deficiente lo retrasan y generan un aumento en la acidez gástrica. Esta es la base de la llamada dispepsia funcional que puede empeorar los síntomas en caso de un reflujo gastroesofágico subyacente”.
Las comidas con un perfil graso desequilibrado y los ayunos prolongados pueden favorecer la aparición de cálculos biliares por un aumento en la secreción biliar y un escaso vaciamiento biliar analiza el doctor que recalca que “este perfil graso desequilibrado unido a un escaso consumo de fibra se ha involucrado en la aparición de la enfermedad inflamatoria intestinal, diverticulosis, enfermedad cardiovascular, diabetes e incluso en la aparición del cáncer colorrectal”.
Un exceso de azúcares simples en la dieta (dietas ricas en zumos industriales, bollería industrial…) “puede superar la absorción intestinal y generar la aparición de síntomas como distensión abdominal, flatulencia y diarrea favoreciendo además desequilibrios en la flora intestinal” mientras que una alimentación variada y equilibrada “garantiza el buen funcionamiento de nuestro organismo y nos defiende ante la enfermedad”.
“El papel de la familia es esencial para inculcar unos buenos hábitos alimentarios en los niños para aumentar nuestra longevidad” concluye La Orden.
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