La actuación de los bomberos supone comparar a un paciente de sida con un desastre nuclear o un ataque bacteriológico. Si en el primer caso el protocolo exige, en caso de infección, un control profiláctico con una pastilla, el segundo establece unos recursos NBQ, Nuclear-Bacteriológico-Químico, es decir, la descontaminación de los trajes y la baja operativa de todos los bomberos participantes.
El presidente de la coordinadora CESIDA, Juan Ramón Barrios, considera que la situación es ridícula por el despilfarro de recursos, y muy grave por el estigma al que se condena a personas con VIH y el estrés al que se somete a los propios bomberos. Piden responsabilidades a la Jefatura de Bomberos regional y cuestionan además la formación de los profesionales de emergencias en estos casos.
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