Las etapas iniciales son las que se denominan retinopatía diabética “no proliferativa”, que a su vez se divide en leve, moderada y severa. “En el momento en el que aparecen neovasos retinianos pasa a denominarse retinopatía diabética proliferativa, que es la más grave de todas” explica Mercedes García Torre, médico especialista en Oftalmología de Hospital Infanta Elena de Valdemoro. La diabetes produce una alteración en el riego vascular retiniano que termina afectando a la visión ya que aumenta la permeabilidad vascular y se produce edema macular (la causa más frecuente de pérdida visual en diabéticos); igualmente si disminuye el riego en la zona macular aparece la isquemia macular; los neovasos tienen tendencia a sangrar y a producir hemorragia vítrea y la contracción de este tejido neovascular anómalo tracciona la retina y la desprende.
Existen diferentes consejos para curar, paliar o retrasar la aparición de esta enfermedad como pueden ser el control de los niveles de azúcar y colesterol y la tensión arterial; no fumando, haciendo ejercicio y evitando el sobrepeso con una dieta sana. También es recomendable acudir a los controles de visión al menos una vez al año.
Con respecto al tratamiento, García torres apunta que “el edema macular se ataca con láser focal o con inyecciones de antiangiogénicos intravítreas aunque en ocasiones puede ser necesaria la cirugía, o vitrectomía, para eliminar tracciones maculares. La retinopatía diabética “no proliferativa” no requiere tratamiento, sólo controles periódicos mientras que la “proliferativa” se trata con láser argón realizando una panfotocoagulación”.
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