La ocasión requiere que saquemos la cubertería fina y la mejor vajilla. La cena de Nochebuena y la comida de Navidad pide una decoración especial, con centro de mesa, velas y mucho color.
Este año se llevan los tonos violetas. Es el color de la Navidad del 2010, así que hay que saber combinarlos. Se aconseja para ello la plata.
Aunque tampoco conviene excederse en esto de la decoración, porque al final acaba por molestar a los comensales. Lo mejor es que sea sencilla, pero vistosa.
Ahora, a llenar los platos. No vale improvisar. Estos días el menú se cocina con nombre y apellido. Por ejemplo: solomillo Wellington. Toda una exquisitez cubierta con jamón de york, una base de champiñones y setas bañadas con coñac y envuelta con hojaldre. Bon Appetit.
El plato no dejará indiferentes a nuestros invitados. Además es sencillo de hacer. Previamente braseado el solomillo y ya envuelto, sólo hay que tenerlo catorce minutos en el horno a 180 grados.
Después sólo queda disfrutarlo y, por supuesto, brindar, divertirse y celebrar estas Navidades como se merecen. En buena compañía
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