Hace diez años un videoclub invertía más de 1.000 euros en comprar varias copias de una sólo película para alquilar. Y lo amortizaba.
Ahora estas tiendas, casi todas de pequeños empresarios, apenas pagan 40 euros para comprar una sola copia. La clientela ha bajado.
Y tanto que ha bajado. Según la revista especializada en cine doméstico TMV en 2003 había unos 7.000 videoclubs en España, hoy habrían cerrado más de la mitad.
Además, en los últimos años, calcula esta revista, podrían haber perdido su empleo entre 25.000 y 30.000 personas.
Los empresarios achacan esta crisis, especialmente acentuada en su caso, a la piratería, pero sobre todo, a las descargas masivas de Internet.
En Fuenlabrada, por ejemplo, encontramos el primer videoclub que instaló en la Comunidad de Madrid los cajeros automáticos para alquilar directamente. Allí, dice su responsable Soledad Adeva, han perdido hasta el 90% de su clientela habitual al poder acceder sin restricciones a cualquier película vía on-line.
Así las cosas el negocio del videoclub se enfrenta a una de las peores crisis de su historia. Y eso que no es la primera. Sobrevivió a las copias piratas de los DVD e incluso a la aparición de las televisiones privadas, que también emitían películas. Crisis que pudieron superar en su momento. Esperemos que también superen esta.
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