Los hechos ocurrieron en 2011 cuando una joven, la condenada a un año de prisión, acudió al dormitorio del marido de su madre, que no era sin embargo su padre, para agredirle con cuchillos. Al intentar defenderse sufrió lesiones en sus manos, lo que le ha privado del sentido del tacto y le impide ahora coger un bastón o emplear un perro lazarillo.
Por ello los magistrados del Supremo consideran como agravante de alevosía estos hechos, que ya fueron condenados en 2014 en la Audiencia Provincial de Madrid. Se trata de una novedosa sentencia que considera que para un invidente perder la sensibilidad en las manos supone perder todo el sentido del tacto, con el que esta persona puede leer o manejar un bastón que le guíe, por lo que también equivale a perder el sentido de la vista.
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