Que la cerveza va de la mano con la cultura de bar española ya lo sabíamos. Y que, ahora con la crisis, reducimos las rondas tampoco le es ajeno a nuestros bolsillos.
Sin embargo hay otro sector que, desde un tiempo a esta parte, se ha instaurado con fuerza en el mercado de la cerveza: el de la importación. También este ha tenido que hacerle frente a la recesión con sus propias armas.
Sabores exóticos y un tipo fermentación exclusiva para cada cerveza marcan la diferencia. Marcas de todo el mundo, mezclas imposibles con frambuesa o incluso tequila, y un ambiente propio de la campiña inglesa es lo que buscan los aficionados a la cerveza con ganas de probar cosas nuevas.
Claro que los tiempos que corren no están para filigranas. Antonio Urrutigoetexea regenta una de estas cervecerías en Getafe y reconoce que, con la crisis, los clientes en vez de tomarse tres pintas, se toman dos.
Aún así son pocos los que se resisten a ir tachando marcas en su colección particular de cervezas paladeadas del mundo. Aquí prima lo exótico, la densidad, la gradación para los que se atrevan y, por supuesto, volumen y calidad. Todo ello hace que sean un poco más caras. Quizá sean un lujo, pero lo merecen
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