Enrique practica la lectura con Antoine. Así comienza uno de los intercambios en un banco del tiempo. Una persona que pone a disposición de otra una porción de su día a cambio no de dinero, sino de tiempo.
De forma más concreta, un banco del tiempo funciona cuando un socio ofrece un servicio (idiomas, reparaciones en casa, hacer la compra…) y acumula el tiempo que le ha llevado para canjearlo después por un servicio ofrecido por otro socio y que él necesite.
Organizaciones sociales, vecinales, pero también algunos ayuntamientos han impulsado esta idea para conectar a personas con necesidades concretas cuya solución puede estar más cerca de lo que creen.
En la Comunidad de Madrid son especialmente activos los bancos del tiempo impulsados por los ayuntamientos de Valdemoro o de Parla. Este último cumple ahora dos años y entre sus más de 40 socios está Enrique Sánchez, desempleado, que gracias al banco se ha sentido más útil y ha descubierto que por encima del dinero, siempre, están las personas.
Enrique suele ofrecer su tiempo a Antoine Gomes, senegalés, para conversar en español. Antoine lleva tres años en España pero hasta hace no mucho apenas se expresaba en nuestro idioma. Dice que gracias al banco del tiempo ha conseguido mejorar su castellano, conocer nuestra historia pero sobre todo perder el miedo a salir a la calle y encontrar amigos.
La evolución de Antoine ha sido comprobada por Concha Jimeno, la responsable del banco del tiempo de Parla. Desde su experiencia, ha visto cómo esta iniciativa no sólo sirve para solucionar problemas esporádicos o pedir ayuda a los vecinos, sino para incrementar la cohesión social de un grupo y fomentar la convivencia, la autoestima y la confianza.
Ahora el banco del tiempo de Parla comienza una campaña para celebrar sus dos años y captar nuevos socios. Cuantos más sean, dicen, más oferta de actividades habrá y, sobre todo, mayor será la cohesión social que proporcionen.
Comentarios