El acuerdo que le ofrece UCI, la financiera con la que firmó la hipoteca, le llevará a pagar 174 euros al mes durante dos años y después una hipoteca de 138.000, durante 25 años. Es lo único que permitiría que sus su suegros, los avalistas, no pierdan su casa. La dación en pago no se contempla, porque sería conservar el piso a cambio del de los padres de su mujer.
“Así, no perdemos dos casas, sino una”, dice, porque el piso donde vive con su mujer y sus dos hijas se subastaría igualmente el 20 de marzo. Es una solución que permite respirar a esta familia, aunque no aleja los miedos. “Habrá que ver si en dos año podemos hacer frente al pago o nos volvemos a quedar enganchados otra vez”.
Para que eso no ocurra, José Ramón Casilda, busca ya trabajo fuera de España, para marcharse con toda la familia. Quiere tener un buen empleo, aunque sea lejos de su país, para poder seguir pagando.
José Ramón Casilda compró su casa en el Paseo de la Halla de Fuenlabada en 2007. La crisis de la construcción acabó con su negocio de excavadoras. Después vino un peregrinaje de trabajos, que finalmente le han avocado al impago de su hipoteca desde hace meses. Ahora está solución, parece darles un triste respiro.
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