Marcelo Álvarez y el resto de compañeros que se turnan para que el campamento de Coca Cola en Fuenlabrada siga vivo en estas fechas han compartido con nosotros sus costumbres y condiciones de estancia. En cuanto al frío, reconocen que este segundo invierno es más llevadero que el primero, ya que la huelga comenzó en enero de 2014 y entonces el campamento aún no estaba montado. Ahora sus casetas con tejados de PVC y las estufas alimentadas con leña de las podas o las carpinterías locales ayudan a dejar fuera las bajas temperaturas.
Los trabajadores de la fábrica de Fuenlabrada también tienen que solucionar el asunto de la alimentación. Además de una pequeña cerca con gallinas de donde obtienen huevos, reconocen que la solidaridad de los compañeros más hábiles con la cocina es la clave. Finalmente aseguran no tener demasiado tiempo de ocio, ya que éste queda repartido entre las manifestaciones y las guardias para tratar de evitar el desmantelamiento de la fábrica.
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