Eran los años 80 y 90, y en España se asentaron de forma definitiva los salones recreativos. Los niños comenzábamos a gastar menos porcentaje de la paga en chucherías y más en esas “máquinas de marcianitos”, como decían nuestros padres y abuelos. ¿De verdad no recordáis el jaleo que salía a la calle desde los salones y algunos bares? Quizás recordéis mejor el golpeteo de botones cuando alguien estaba empleándose a fondo con Track and Field, el juego de atletismo o el barullo que se montaba cuando el crack de turno llegaba a las fases finales de Ghosts and Goblins, Golden Axe o Double Dragon…
Los amantes de los actuales Call of Duty, Halo o Battlefield, quizás comenzaron dando tiros con Metal Slug, por ejemplo. Además se producían fenómenos curiosos, como esas máquinas a las que casi exclusivamente jugaban las niñas, nadie sabe por qué: algunas muy raras de puzzles con fichas en japonés (qué nivel de idiomas), Tetris o Super Pang. Había de todos los géneros y colores, pero casi todas nos permitían poner un nombre de tres letras para perpetuar nuestras marcas. Algunas introducían nuevas variantes en el género de las plataformas, como el caso de SnowBros y sus bolas de nieve, que debíamos impactar contra los enemigos para limpiar la pantalla.
Entonces también había juegos de fútbol y, no, las caras no se parecían a las de los jugadores de verdad. Con 25 pesetas jugábamos al Sensible Soccer (nada de Sensible Soccer como decimos ahora), al Tecmo World Cup (y su versión de clubes Euroleague) y aprovechábamos el truco del tiro al palo para marcar con ese equipo tan raro vestido de rojo llamado BM y que no sabíamos que era el Bayern de Munich…
Pero sin lugar a dudas, la máquina que más impacto tuvo para varias generaciones fue Street Fighter II. Había que pedir la vez para jugar, porque existían verdaderas colas para echar unos combates. Algunos participamos en auténticos debates acerca de la superioridad de Ryu o Ken o de sus versiones sombra en la entrega II´.
Hemos recordado tiempos mejores para las máquinas recreativas de la mano de Alejandro Valdezate, miembro de la Asociación de Usuarios de Informática Clásica, entidad organizadora de la magnífica muestra Retro Madrid. Con él hemos hablado de los títulos históricos y de cómo sobreviven las recreativas en nuestro país, casi de forma exclusiva con grandes periféricos. Lejos nos sigue quedando Japón, donde hoy día todavía se dedican edificios enteros a las máquinas recreativas. Su colectivo mantiene vivo el espíritu arcade de un país que, por si no lo sabíais, fue y sigue siendo una potencia mundial en la construcción de los muebles para máquinas recreativas.
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