De un día para otro han cambiado muchas cosas en los bares de España. Bueno, en realidad sólo una, pero ha bastado para reconvertir la idiosincrasia de la hostelería en el país.
Ya no se puede fumar en los bares, cafeterías, discotecas y restaurantes. Y los fumadores deberán acostumbrarse a fumar en la puerta. No les queda otra. Y si se encienden un cigarro a escondidas, que sepan que se pueden tramitar denuncias anónimas al Ministerio de Sanidad para que se vaya aplicando la ley en todos y cada uno de los locales en los que, históricamente, no faltaba un cenicero en la barra.
Resignación para los aficionados al tabaco, cierta alegría para los no fumadores y preocupación entre los hosteleros que temen que con la Ley Antitabaco del Gobierno bajen sus ventas.
Pero no sólo aquí se prohíben los “malo humos”. Zonas infantiles, parques y recreos, y los perímetros de los hospitales son, desde el dos de enero, lugares libres de tabaco.
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