Los piojos no tienen alas y por eso saltan de una cabeza a otra, de ahí lo fácil de su contagio entre niños que comparten juegos o pupitres, aunque una vez entran en la familia, es fácil que también los adultos los tengan.
Según Alberto López, médico de familia, cuando el niño se rasca la cabeza de forma continuada hay que prestarle atención y comprobar si en el cuero cabelludo hay alguno de estos parásitos. Una vez detectados hay que aplicar un tratamiento que suele ser combinado de champú y crema y también habrá que pasarle la conocida como “liendrera” para acabar también con los huevos que depositan a diario.
Tener el pelo corto, revisiones periódicas y tratamientos controlados por el médico, son las mejores recomendaciones para prevenir y acabar con los indeseados piojos, además de otros consejos y “trucos” que recuerda López.
Comentarios