En una jornada más de reivindicaciones de la calidad en la enseñanza pública, los padres se enfrentan a un problema ¿qué hacer con los hijos?. Un dilema que, en ocasiones, supera el propio planteamiento ideológico ya que la realidad se impone con rotundidad. Muchos son los que quisieran solidarizarse con el profesorado y defienden la calidad de la enseñanza pública pero sus horarios de trabajo no se lo permiten.
También están los que “tiran de abuelos” y los que respaldan la huelga aunque les suponga un gasto añadido.
Situaciones que conviven con la de quienes siguen llevando al colegio a sus hijos porque no quieren romper con la rutina o no comparten la postura de los manifestantes.
Padres y madres que esperan una solución rápida a un conflicto que se repite y que empieza a cansarles porque no se lo pueden permitir, ni logísticamente ni económicamente, por mucho más tiempo. Además, se preocupan porque afecte al curso escolar de sus hijos. Creen en la enseñanza pública pero comienzan a sentirse víctimas colaterales.
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