Hoy nos toca ir al dentista y, por alguna razón, empezamos a sentir un miedo extraño. A pesar de que el dolor de esa muela empieza a ser insoportable, nos replanteamos sino pasaría nada si no acudiésemos a la cita.
¿Por qué será que el mero hecho de pensar en visitar al odontólogo nos atemoriza? Bueno, pues eso es, precisamente, porque hace mucho que no vamos. Y eso que los expertos recomiendan hacerse revisiones bucodentales una vez al año.
Si no nos echásemos a tras en el último descubriríamos que las clínicas se modernizaron hace mucho. El instrumental es menos agresivo (de tenazas ni hablamos) y más cómodo tanto para el paciente como para el dentista. También los tratamientos se han depurado aplicando anestesia local y evitando en lo posible las molestias. Ante este panorama ¿quién dice miedo?
Y es que, desde un tiempo a esta parte, los usuarios han podido apreciar importantes cambios en la odontología moderna. A destacar el poder ver y saber que se hurga en la boca. Radiografías instantáneas e incluso imagen por video nos ayudan a seguir la operación sin tener que limitarnos a escrutar el rostro de nuestro odontólogo.
Ya no tendremos ninguna excusa para dejar de ir al dentista. Aunque para acudir lo menos posible les recomendamos una solución sencilla después de cada comida que muchas veces dejamos pasar.
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