Vale cualquier tipo de pan aunque, por su miga, se recomienda el pan de torrija. Empapar bien las rebanas en un cazo de leche de cocida con azúcar, una ramita de canela y una rodaja de limón.
Después, rebozarlas en huevo batido y freír la tostada hasta que quede bien dorada. Por último darle el toque que cada uno quiera, aunque nosotros hoy vamos a prender a hacer las de toda la vida: con azúcar y canela.
Fáciles y económicas. Las torrijas son la parte más dulce de la Semana Santa. Protagonistas indiscutibles de la repostería de estas vacaciones.
Y es que, aunque bien podemos degustarlas cualquier día del año, lo cierto es que es llegar la Semana Santa y empezar a acordarnos de estas tradicionales rebanadas de pan.
Durante siglos, este sencillo plato ha endulzado la larga cuaresma a más de uno hasta el Jueves y el Viernes Santo. Que no se podía comer carne, pues el pan dulce bien empapado en leche engañaba al estómago y alegraba la espera hasta el Domingo de Resurrección.
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