A sus 22 años, Alejandro López puede decir que es su propio jefe. Bueno, el suyo y el de su padre. Porque este leganense ha decido coger el toro de la crisis por los cuernos y, aprovechando su experiencia como churrero, ha montado su propio negocio y le ha dado un puesto de trabajo a su progenitor, Mariano, que llevaba ya tiempo en paro.
Además recupera un oficio tan tradicional y artesano como es el de hacer churro. Su churrería, llamada “Santiesteban”, lleva pocos meses funcionando en la céntrica plaza de la Inmaculada, en Leganés. Sus costes, asegura, no son desproporcionados y aunque los beneficios tampoco lo son, el hecho de vender café y chocolote con churros o porras, les permite a padre e hijo salir adelante, no sabemos si con holgura pero sin con dignidad.
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