Misterios de la Historia: Los secretos de El Escorial y Felipe II
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Misterios de la Historia: Los secretos de El Escorial y Felipe II
Dicen que en su reinado no se ponía el Sol, y lo cierto es que el imperio de Felipe II –un emperador sin corona– fue el más extenso de su tiempo. Conocido en las crónicas como el Rey Prudente, por su carácter reservado, su austeridad en el vestir y el hecho de encargarse personalmente de los asuntos de Estado, muchos y muy numerosos en unos dominios tan gigantescos, lo cierto es que este monarca, además de adalid de la Contrarreforma y perseguidor de herejes, fue un rey apasionado por lo oculto y lo heterodoxo, que, paradójicamente, llegó a interceder por algunos personajes de renombre ante la Santa Inquisición, como Teresa de Jesús, y mostró un inusitado interés por las ciencias herméticas que en el Renacimiento gozaron de su época de mayor esplendor.
Convirtió el monasterio de El Escorial, uno de los proyectos arquitectónicos más ambiciosos de su tiempo, en su particular Templo de Salomón, que llenó de miles de reliquias y despojos de santos, y claves herméticas que pasaron desapercibidas durante siglos, contando con la complicidad del arquitecto Juan de Herrera. Entre sus gruesas paredes, diversos alquimistas se entregaron a la práctica de la Gran Obra, en principio, para obtener de forma “fácil” oro para un reinado que tenía guerras abiertas en varios frentes e incluso se vio en la bancarrota. Pero parece que algunos de los intelectuales cercanos a Felipe II se interesaron por una vía más mística y espiritual del arte alquímico, por la búsqueda de la llamada Piedra Filosofal en su nivel más puro, más allá del anhelo por el metal precioso.
La inmensa biblioteca del monasterio, una de las más grandes de su tiempo junto a la Vaticana, albergaba –y aún lo hace hoy– libros de todas las artes y disciplinas, pero también libros de ocultismo, magia negra (grimorios), alquimia y ciencias herméticas. El encargado de velar por su conservación fue uno de los hombres más misteriosos que rodearon al Rey Prudente, Benito Arias Montano, prácticamente un eremita que a punto estuvo de ser juzgado por la Inquisición de no ser por el favor real.
En la corte de Felipe adquirió su pasión ocultista el futuro emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rodolfo II de Habsburgo, sobrino del rey español, y en palacio se dieron cita algunas de las mentes más brillantes del Renacimiento, así como artistas de la talla de El Greco, siendo el hijo del emperador Carlos V uno de los grandes mecenas de su tiempo.
Felipe II fue cubierto por la leyenda negra durante siglos, aquella que extendió por los Países Bajos Guillermo de Orange y en Inglaterra Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, que convirtió al monarca de la “Armada Invencible” en un tirano y un parricida. ¿Qué sucedió realmente entre nuestro protagonista y su hijo, el inestable Carlos de Austria, que serviría de inspiración para Giuseppe Verdi a la hora de dar forma a su inolvidable ópera Don Carlo? ¿Realmente fue un rey sanguinario, perseguidor de herejes? ¿Se consideraba una suerte de Mesías? Hoy, en nuestra sección de misterio, hablamos con el redactor jefe de la Revista Enigmas, Óscar Herradón, de los numerosos secretos que rodearon a uno de los personajes clave de la Historia de España.
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