Las cosas evolucionan o degeneran en función de la voluntad de las personas. Dicho de otra manera, somos nosotros los que decidimos si los problemas se solucionan o permitimos que se enquisten.
Ni más, ni menos, es lo que ocurre en el conflicto de la enseñanza pública madrileña. Si Esperanza Aguirre decide sentarse a negociar, el conflicto puede encontrar un cauce de solución. Las negociaciones son duras y a veces largas, pero dan una oportunidad al Acuerdo. Si Esperanza Aguirre no negocia, el conflicto se enquista, el agua se embalsa, no fluye el río y, algún gobernante, puede pensar que el problema se ha solucionado. Nada más lejos de la realidad. El agua termina por desbordarse, sin cauces, rompiendo presas, inundando tierras, destruyendo asentamientos. En definitiva sembrando el caos y la desolación.
Con sus medidas de inicio de curso Esperanza Aguirre y su Consejera Lucía Figar, han desorganizado el funcionamiento de los Centros de Secundaria. No porque haya ampliado en dos las horas lectivas, sino porque ha obligado a suprimir actividades, eliminar desdobles en asignaturas como Matemáticas o Idiomas, suspender la utilización de laboratorios o biblioteca.
Eso supone una pérdida de calidad educativa y obliga a los Institutos Públicos a pagar los recortes de gasto autonómico, perdiendo más de 2.000 profesores interinos que habían trabajado el año anterior, dificultando las suplencias y cobertura de bajas y el correcto funcionamiento de los centros.
Este es el auténtico problema que Esperanza Aguirre se niega a ver y negociar, mientras se entretiene en debates ridículos como el precio de las camisetas verdes que visten los manifestantes de la mareaverde. Resulta chocante que con una economía sumergida, un dinero negro, que mueve uno de cada cuatro euros en Madrid, Esperanza Aguirre convierta en cabeza de turco del fraude fiscal a un fabricante de camisetas. La desproporción es tan brutal que roza el ridículo, si no fuera por el empeño propagandístico que despliega Aguirre y su ejército de liberados políticos y tertulianos a sueldo, para desacreditar al profesorado de la enseñanza pública.
El 20 de Octubre, la enseñanza pública madrileña vivirá una nueva huelga. Las movilizaciones de la mareaverde seguirán adelante mientras los cauces de negociación sigan cerrados y se nieguen a sentarse con los representantes legales del profesorado. Tan legales como los representantes políticos, elegidos como ellos en urnas democráticas y libres.
Esperanza Aguirre, que se comprometió electoralmente a convertir la enseñanza en prioridad absoluta de su gobierno, debe reflexionar, reconducir el conflicto que ella ha provocado hacia el cauce de la negociación y la búsqueda de soluciones.
Francisco Javier López Martín, Secretario General de CCOO de Madrid
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