Para la mayoría de nosotros es tan fácil como pedir una tapa de jamón ibérico en un bar o 300 gramos en la charcutería, pero detrás hay todo un mundo de dehesas, granjas, denominaciones de origen o pureza racial. La nueva norma del ibérico –no sólo jamón, también para carne, paleta y lomo- busca garantizar la conservación de la raza y las dehesas, así como defender al consumidor y la producción. Así lo indica el Director General de Industria Alimentaria Fernando Burgaz.
El Ministerio de Agricultura ha presentado el texto final que se aprobará próximamente y su principal novedad es la reducción de las denominaciones de venta a tres: bellota, cebo de campo y cebo. Se distinguen por la alimentación del animal y su hábitat, como describe Celestino Leyva, productor y distribuidor de ibéricos de la empresa Leyfam.
A estas tres denominaciones se ha sumado el punto más polémico. En la etiqueta deberá especificarse si el cerdo en cuestión es “100% ibérico” o sólo “Ibérico” en función de su pureza racial. Mientras Comunidades como Extremadura y Andalucía defendían que se especificara el porcentaje exacto, otras regiones como Castilla y León preferían una indicación más genérica para que sus ventas no se vieran afectadas. Las reuniones han sido numerosas y ya sólo falta la aprobación en Consejo de Ministros, según el Director General de Industria Alimentaría.
Y llegando al consumidor final, ¿usted por cuál se decide? Celestino Leyva tiene claro que lo fundamental en el jamón es la relación calidad- precio, por lo que el ibérico de cebo tiene tanto éxito.
Aquella tabla de ibéricos en una boda, el jamón más casero del pueblo… todos tenemos en lamente el mejor que hemos probado en nuestra vida.
También por el jamón, siempre es bueno conservar a los amigos…
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