El domingo fue un día de grandes cambios en el país: el día en el las urnas certificaron el fin del “zapaterismo”.
La mayoría con la que los españoles han respaldado al Partido Popular resulta tan esperada, como sorprendente por su magnitud. La aplastante victoria del PP va más allá del éxito concreto en ayuntamientos y comunidades. El PSOE ha sido duramente vapuleado incluso en sus feudos tradicionales, como demuestra lo ocurrido en Castilla-La Mancha, Andalucía o Extremadura. El descalabro socialista en estos comicios, a pesar de tratarse de unas elecciones autonómicas y locales, certifica la defunción política de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo liderazgo ya se encontraba en caída libre.
Por el contrario, el triunfo incuestionable del Partido Popular no sólo expresa el malestar de los españoles ante la incompetencia del Gobierno para gestionar la crisis económica. Representa el deseo de cambio de los ciudadanos, cansados de las improvisaciones de un presidente que navega sin rumbo y a la deriva, así como la confianza en la alternativa política y el liderazgo de Mariano Rajoy al frente del PP. En estas elecciones se ha optado por un modelo que ya demostró su eficacia en los Gobiernos del periodo de 1996 a 2004; un modelo que dinamizó la economía y propició la creación de cinco millones de puestos de trabajo.
En Madrid, el tsunami electoral se ha traducido en un fuerte respaldo a Esperanza Aguirre, que iniciará su tercera legislatura como presidenta autonómica en las próximas semanas. La hegemonía del Partido Popular se ha extendido por la práctica totalidad del mapa de la Comunidad de Madrid y ha alcanzado incluso bastiones históricos del socialismo madrileño como Alcorcón, Leganés, Getafe o Aranjuez. Sin duda, el apoyo mayoritario de los madrileños debe entenderse como una respuesta a tres cuestiones principales: la buena gestión realizada en nuestra región, las políticas de Zapatero con nefastas consecuencias para el país y la campaña basada en las mentiras y carente de proyectos de Tomás Gómez, candidato del Partido Socialista de Madrid.
Los resultados de la jornada electoral del pasado domingo han sido tan contundentes que convendría recordar, en estos días en los que tanto se habla de “democracia real”, que la voz de los españoles se ha manifestado con rotundidad en las urnas. Si bien es cierto que la democracia no consiste sólo en votar cada cuatro años, no podemos olvidar que sin votos no existiría, porque precisamente nace de la voluntad popular expresada en las elecciones.
Cristina Cifuentes, vicepresidenta de el Asamblea de Madrid
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