El robot es pequeñito, con forma humanoide y voz amable. Su diseño le permite adoptar diferentes posturas para que el niño las imite. Pero si no lo hace correctamente, es capaz de corregir pequeños detalles de esa posición para que el paciente infantil lo imite de nuevo.
Se trata de un gran avance que según José Carlos Pulido, del grupo de Planificación del Aprendizaje de la universidad del sur de Madrid, está destinado especialmente a los servicios médicos para agilizar las terapias de rehabilitación en el caso de niños, ya que ven al robot como si fuera un juguete y responden mucho mejor a sus indicaciones.
En este proyecto participan no sólo la Universidad Carlos III sino también la de Málaga, la de Extremadura y el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
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