Los humanos tenemos la terrible experiencia del peligro que encierra la risa.
Risas sardónicas auguran horrendas desgracias en los universos de Poe o Chesterton. Al menos así nos lo parece hasta en el “Thriller” de Jackson. Especialmente cuando es Vincent Price quien ríe.
Eco, nos alertó de las funestas consecuencias del segundo libro de la Poética de Aristóteles, aunque éstas consecuencias fueran desestabilizadoras de ordenes obscuros, más metafísicas que fulminantes.
Visitando las estancias de Murad III (1574-1595) en el Palacio de Topkapi, en la Sublime Puerta, no podemos por menos que imaginarnos a su majestuoso habitante releyendo el “Libro de la Felicidad”(1) encargo del propio sultán como obsequio para su hija Fátima.
Libro de contenido variado (desde la interpretación del zodiaco a la autoadivinación) contiene bellísimas miniaturas, realizadas al parecer en el taller del maestro Ustad Osman.
En folio 90v, nos encontramos con la historia de la “Serpiente Reidora”, monstruo con cabeza de mujer y cuerpo de ofidio. Ya en la mitología griega, seres mitad humano mitad culebra, dejaron su huella.
Recordemos a Erictonio (literalmente “nacido de la tierra”, aunque fue el semen de Hefesto, que cayo sobre el muslo de Atenea, que ella limpió y arrojó a tierra, su origen) ser que llego a ser mítico rey de Atenas.
Lilith era una serpiente y debió reír bastante y de forma muy seductora pues fue la primera mujer de Adán dándole “glittering sons and radiant daughters” (2).
En la miniatura se aprecia la fantástica criatura, enroscándose y desenroscándose, mientras, detrás de unas piedras un grupo de creyentes, bastante temerosos, la observan
. Uno de ellos porta un espejo.
Como sabemos el espejo es la mejor arma contra ciertos desagradables seres cuya mirada mata o al menos petrifica.
Para vencer al Basilisco, nada mejor que un espejo. Medusa muere al verse reflejada en el bruñido escudo de Perseo.
Por lo que sabemos había caballos que mataban a la gente de risa, incluso individuos despreciables que reían sin cesar mientras sus victimas eran devoradas por ofidios feroces a sus órdenes.
La risa y en especial la de una hermosa mujer es un peligro atroz: ni que decir tiene que si además la hermosa es mitad culebra, estamos perdidos.
Las Lamias, típico “obsequio envenenado” fruto de la rijosidad del Zeus, eran así. Debían reír todo el rato pues no podían hablar ¿ dejarían de reír mientras devoraban a los viajeros hechizados por sus encantos.
Yo, a la vista de todo esto, he decidido no reírme jamás mientras me miro al espejo, todo sea que, o me petrifique o me seduzca y caiga en la autofagia.
Que tiene que doler horrores.
Antonio Terán y Pando, escritor, articulista y propietario de la librería-galería de arte "El Gato Lector" (El Molar, Madrid)
(1) Copiado por Muhamad Ibn Emir Hasan al- Su’di (1582). M.Moleiro fenomenales editores de facsímiles han puesto a nuestro alcance una edición única según el original conservado en la Bibliothèque Nacional de France.
(2) “Hijos resplandecientes y radiantes hijas” Dante Gabrielle Rossetti. Eden Bower.
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