Cuando vamos al volante, no sólo nuestra prudencia garantiza que no nos pase nada, también influye el estado del coche. Pero como la crisis todo lo afecta, también nuestra seguridad, no acudimos al taller a no ser que sea absolutamente imprescindible.
Las visitas al taller descendieron en 2011 un tres por ciento, de 1,83 a 1,76 visitas al año, según un estudio de la empresa Norauto. Según Pilar Pastor, gerente de Garaje Centro Ford, un taller-concesionario con sedes en Parla y en Pinto, sólo hacemos lo imprescindible para que el coche ande, aceite y poco más, pero no lo imprescindible para garantizar nuestra seguridad y la calidad del vehículo.
De hecho hace cuatro años, esas visitas de “mantenimiento preventivo” ocupaban más de la mitad de las entradas al taller; ahora han bajado al 45 por ciento, según datos proporcionados por Simón Valín, director de marketing de Norauto España. Valín anima a no olvidar esas visitas obligadas, y lo hace con ejemplos muy claros: la diferencia entre un neumático en buenas condiciones y otro en mal estado, puede ser frenar antes o después y, por tanto, atropellar o no a una persona.
Pero lo cierto es que, por muy necesarias que sean, las visitas al taller cuestan, y cada vez más. De hecho se han incrementado un cinco por ciento, hasta alcanzar los 266 euros al año. Los motivos son varios, pero destaca uno: el envejecimiento del parque móvil. Cambiamos menos de coche, éstos son más antiguos, las piezas son más difíciles de encontrar y las averías, más caras. La gerente de Garaje Centro Ford indica que, con el paso de los años, muchas piezas son más caras que el propio coche.
Y es que según el director de marketing de Norauto España, nuestro parque móvil es el tercero más antiguo de Europa, con una media de 8,8 años de antigüedad. De hecho desde 2007 se han incrementado un 30 por ciento los coches en circulación con más de diez años.
En definitiva, los clientes bajan, la mano de obra se encarece para compensar y quienes más sufren son, como siempre, los talleres pequeños. Simón Valín vuelve a echar mano del ejemplo: una máquina de diagnosis electrónica, para analizar los nuevos dispositivos de los nuevos vehículos, supone una inversión de 6.000 euros. Algo que, indudablemente, no todos los talleres se pueden permitir.
Es, la de los talleres, otra de las muchas aristas de esta crisis que todo lo toca, que todo lo afecta. Pero quizás con una característica preocupante: que, aunque no sea una ciencia exacta, lo cierto es que tarde o temprano vamos a pagar la falta de mantenimiento. Con una avería mucho más cara, o quizá con algo mucho peor.
Comentarios