La Casita de Fuenlabrada pide ayuda para mejorar sus dependencias donde atiende a 60 personas al día
La crisis ha incrementado el número de personas que acuden a este comedor social y el perfil de los mismas. Hace años asistían personas que vivían en la calle, con problemas de alcohol o drogas, ahora, reconoce Maite Galdón, una de las voluntarias, son las menos y se ven personas que han perdido su trabajo, mayores que tienen una pensión mínima o familias con todos sus miembros en paro. Familias que no pueden pagar el comedor del colegio y así tienen una comida caliente al día. A pesar, de todo, reconoce Galdón, dar el paso de venir a un comedor social, “cuesta mucho”.
Se trata de un centro que surgió del voluntariado y que ahora gestionan veinte mujeres, constituidas en asociación. Pero para que esto siga siendo posible, Galdón, pide colaboración de empresas de la zona, para que donen material que haga posible la reforma. Ampliar el comedor, reformar baños, donde dos veces por semana permiten usar las duchas o reformar la cocina, con un techo a punto de caerse. Todo tiene un presupuesto de 60.000 euros.
La solidaridad ya funciona con estas mujeres que con una sonrisa cambian la vida de muchos. Una carnicería del centro de Fuenlabrada tiene cuenta abierta, con la aportación de la gente, para suministrarles carne. A buen precio y fiado, si es necesario, les suministras fruta de San Martín de la Vega, embutidos de Chichón, pan de Humanes o productos congelados de Leganés, además de la colaboración individual de la gente de a pie.
Ahora comienza en los colegios de Fuenlabrada la “Operación Kilo” para ayudarles, pero a lo largo del año asociaciones y entidades deportivas realizan eventos cuya recaudación va dirigida a La Casita.
Este comedor social nació hace 18 años a través de la iniciativa de cuatro fuenlabreñas que con la ayuda del padre Antonio Quintana, actual alma de este proyecto, pusieron en marcha, en la casa de una de ellas, este comedor social. Primero en la calle Lechuga y después en la calle Constitución. Lo suyo no es “solidaridad de salón”, sino de la buena, de la que de verdad ayuda a los que lo necesitan, pero ahora es tiempo de ayudarlas a ellas.
Comentarios
Eugenia dice:
Hola me gustaría ser voluntaria y poder ayudar a tantas personas que lo necesitan, gracias
domingo, 29 de noviembre de 2015 a las 11:13