La importancia de este programa reside en que es único en el mundo ya que ofrece a la población reclusa tener animales de manera permanente en el centro para actuar como una herramienta de normalización en la institución además de una herramienta terapéutica. Los reclusos cuidan de las mascotas pero también disfrutan de ellas con paseos o juegos y se ha demostrado que esta interacción es beneficiosa para los presos. Maribel Vila, técnico en terapias de la Fundación Affinity, explica que “los perros no juzgan, solo responden a como se les trata y por eso los internos están más cómodos con ellos”.
Anteriormente se pensaba que los perros de raza labrador o golden retriever eran los más adecuados para estos programas, aunque, en los últimos años, se utilizan incluso perros de centros de acogida, con iguales resultados.
Los propios presos han dejado sus testimonios, uno de ellos señala que “durante un periodo prolongado de aislamiento lo único que tenía de contacto con el mundo era una ventana por la que veía a los dos perros del centro… Ver esos perros me hacía sentir mejor y más como una persona”.
En Diciembre del 2005 la Fundación Affinity firmaba un convenio de colaboración con Instituciones penitenciarias para desarrollar este programa que desde entonces se ha extendido a 16 centros.
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