La sentencia considera probado que la procesada subió ese día al rellano del domicilio de la víctima en Getafe y, al verla, le propinó varios golpes en la cabeza, cuello y hombros con una llave inglesa que portaba, dándose a la fuga a continuación.
La procesada sufría un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad que le produjo una alteración leva a moderada de sus capacidades volitivas.
En el juicio manifestó que acudió a la casa de la víctima después de observar en la puerta el vehículo de su pareja, y que decidió subir para recriminarle que le hubiera mentido por volver con su mujer.
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