Alfredo Cabrales, más conocido como Fito, acompañado por sus Fitipaldis, todavía continúa con su gira por medios de comunicación presentando su último trabajo, “Huyendo conmigo de mí”, con temas como este “Entre la espada y la pared”. Con 48 años y mucha carretera a sus espaldas, lo cierto es que el bilbaíno no sonaba igual hace más de dos décadas.
La voz era de Fito, sí, pero la música no era de sus Fitipaldis. Comenzaba su carrera con Platero y tú, uno de esos grupos de rock de los de toda la vida. Y de hecho han marcado toda una época con sus canciones de la vieja escuela y de una calidad musical y guitarrera impecable. Antes de volar en solitario, así sonaban algunas de las joyas que Fito y los Platero nos han dejado para la posteridad.
Pero lo cierto es que con el paso del tiempo Fito empezó a tener otras inquietudes musicales que no cuadraban con Platero y Tú. Por eso en 1998 monta una banda paralela, Fito y Fitipaldis, y con el disco “A puerta cerrada” nos aporta estilos mucho más íntimos y acústicos.
La canción “Rojitas las orejas” marcó un antes y un después, y supuso que Fito no pudiera dejar de componer en estilos cercanos al rockabilly, al rythm&blues, al swing o al jazz. Por eso decidió repetir en 2001 con el disco “Los sueños locos”.
Al tiempo que Fito publicaba “A la luna se le ve el ombligo” los Platero y Tú anunciaban su disolución. A partir de ahora Fito no tenía más que centrarse en su nuevo proyecto para empezar de cero y lanzarlo a lo más alto. Y vaya si lo hizo.
En 2003 el disco “Lo más lejos a tu lado” se publicó sin hacer excesivo ruido, pero la calidad de temas como “La casa por el Tejado” lo elevó a los altares de todas las emisoras, revistas y cadenas musicales. “Soldadito marinero” rizó el rizo.
Doble disco de Platino consiguió, ni más ni menos, este disco. El siguiente, “Por la boca vive el pez”, se encontró medio camino hecho. Seguía las pautas de su predecesor, pero su éxito fue más intenso, con el doble platino en sólo quince días.
Y a pesar de que la fórmula se repetía, Fito seguía manteniendo la esencia de su ser como letrista que le había encumbrado ya con los Platero. Se notaba en temas tan contundentes y serios como “Medalla de cartón”.
Tres años después, en 2009, y cinco años antes de su último disco, Fito volvía al estudio para repetir fórmula. Esta vez en Francia y con unos toques más melancólicos en sus acordes. Pero lo cierto es que su estilo repetitivo es algo que se le ha afeado, y que él mismo reconoce. Pero cuando escuchamos temas tan bien montados como “Antes de que cuente diez”, lo cierto es que no podemos sino rendirnos a esa bendita fórmula aunque la escuchemos mil veces.
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