La Universidad de Sevilla levantó la liebre: sus profesores no podrán retirar el examen a un alumno si le descubre copiando. Luego, una comisión especial decidirá si el estudiante ha hecho trampas o no.
Para muchos, con ello la universidad reconoce, en cierto sentido, el “derecho a copiar”. Aunque algunos alumnos creen que, de este modo, conseguirán equiparar su palabra con la del maestro.
En cualquier caso esta historia ha replanteado el concepto que hasta teníamos de un examen y muchos se han preguntado si no se evitarían las “chuletas” si las evoluciones no se basaran tanto en la memorización. Entre ellos, el propio Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, se ha mostrado partidario de esta teoría. Al igual, claro está, que la mayoría de los universitarios.
Aunque, al fin y al cabo, para pasar cualquier examen, sea o no teórico, solo hay un secreto: hincar los codos y ponerle ganas. Lo demás es engañarse a sí mismo.
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