Hoy Alfredo Tarazaga, nuestro profesor de Lengua, nos lleva por un viaje que empieza en el Mediterráneo, se va hasta el noreste y noroeste ibérico y nos deja en un viaje transatlántico en América del Sur. Empezamos descubriendo italianismos como “novela”, “escopeta” o “fachada”, términos que se incorporaron al castellano desde el italiano, y no desde el latín.
Algo similar ocurrió con el gallego y el catalán, que cabe recordar que no son dialectos del castellano, sino lenguas independientes y que de igual manera derivaron directamente del latín. Algunos de sus términos no se han quedado en sus regiones, sino que en castellano ya empleamos con normalidad “chubasco”, “mermelada” o “caramelo” aunque vienen del gallego o “retal”, “faena” o “paella”, a pesar de que son primeramente catalanismos.
Y terminamos el viaje en América del sur, donde algunos términos fonéticos se incorporaron al castellano para definir nuevas realidades, como “tomate”, “patata” o “Tiburón”, que llegaron de aquellas tierras y para las que no teníamos términos creados.
Comentarios