Que quede claro desde el principio: la coma jamás separa al sujeto y al predicado. De ahí la importancia de que identifiquemos bien a aquel que realiza la acción, es decir, el sujeto. Nuestro profesor de Lengua, Alfredo Tarazaga, nos pone ejemplos: “El autor del Quijote fue uno de los grandes escritores”, y no “El autor del Quijote, fue uno de los grandes escritores”. Y esto será así independientemente de la duración del sujeto: “mi amigo que vive en el tercer piso puerta izquierda es un gran vecino”, y no “mi amigo que vive en el tercer piso puerta izquierda, es un gran vecino”.
Sin embargo hay salvedades: la aposición explicativa. Es decir, un pequeño inciso en el sujeto para explicar alguna particularidad. Pero aquí pondremos siempre dos comas, y nunca una sola. Es decir, “Cervantes, el autor del Quijote, fue uno de los grandes escritores”. Incluso si tuviéramos las mismas palabras pero con funciones distintas: “mi amigo, que vive en el tercer piso puerta izquierda, es un gran vecino”. En ambos casos la aposición se incluye dentro del sujeto, y por tanto las comas no lo separan del predicado.
Y una salvedad más. ¿Creen que está permitida la coma en la oración “Juanito, sal a la pizarra”? Pues sí, pero es que esto no es un sujeto, sino que “Juanito” es un “vocativo”, una fórmula para llamar la atención del interlocutor, pero que no cumple la función del sujeto (a pesar de ser quien realiza la acción, pero en este caso el sujeto está omitido).
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