Como cualquier comercio un mercadillo debe cumplir con los derechos de los consumidores. Para empezar cada puesto debe tener su correspondiente identificación a la vista del público como, por ejemplo, ocurre en el de Fuenlabrada.
Aquí, en la calle Extremadura, se ubican todos los miércoles todo tipo de venta. Desde ropa hasta fruta y verdura, pasando por electrónica, decoración o perfumería.
Todo a pie de calle en los mercadillos, los bazares de toda la vida. Y hay uno en cada ciudad. Por supuesto, tiene sus ventajas. Variedad de artículos y precios especialmente rebajados son sus principales características. Pero también tiene su propio encanto: ese cara a cara entre vendedor y cliente, aquí nadie se llama de usted, el poder palpar e incluso probar lo que queremos comprar o, por qué no, intentar cierto regateo.
Ahora que estamos en crisis los mercadillos se han convertido en una buena opción para hacer la compra, aunque hay que reconocer que siempre han estado ahí, en el barrio.
Y además ofrecen, o deben ofrecer, las mismas garantías que otros comercios. Tanto de calidad como, en caso necesario, de devolución del producto. Y si usted quiere puede pedir un ticket de compra, aunque se lo hagan a mano.
Son derechos que, como consumidores, tenemos que tener siempre presente, compremos donde compremos.
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