La colocación de los años bisiestos, uno de cada cuatro años, fue implantada por Dionisio “El Pequeño”, un monje de Turquía, que hacia el año 200 (d.C) halló la diferencia entre lo que contaba el calendario juliano y la realidad. Si ese desajuste no se corregía, en el plazo de 500 o 600 años, el solsticio de verano podría darse en el solsticio de invierno y viceversa, según cuenta Manuel Manianes, investigador del CSIC.
Entre las peores consecuencias de no tener un año bisiesto, cuando febrero tiene 29 días en lugar de 28, se encuentran que los seres humanos no podrían seguir el ciclo de la naturaleza, ya que, por ejemplo, la floración de las plantas reventaría en lo que conocemos como verano cronológico.
Así pues, encaramos un año bisiesto, que como siempre comienza con rebajas, en esta ocasión, con sus ajustes económicos, con su crisis y además, con una predicción maya sobre el fin del mundo, que asegura se producirá a finales de este 2012. Unas predicciones que algunos creen, otros no y que no dejan de tener su punto anecdótico.
Algunos expertos aseguran que la predicción maya, indica sólo un cambio de ciclo. De momento, lo mejor es vivir el día a día, y pensar, por qué no, en que este 2012 también nos va a traer muchas cosas buenas.
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