“Cuando llegan a este punto” explica Míriam Sobrino, matrona del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, “lo que pertenecía a lo íntimo es expuesto y, no solo se hace público, sino que pasa a ser parte de tratamientos y prescripciones, se pregunta por frecuencia de coitos, posturas, abstinencias …”
Entre las preguntas que se plantean a raíz de la infertilidad, las más habituales son, según Sobrino, “¿Qué mujer soy si no puedo quedarme embarazada?; ¿Y qué hombre si no puedo, si mis espermatozoides no valen?; ¿Y cómo pareja, qué sentido tiene esto si no hay hijo? o ¿Me querrá igual?. Además este es uno de los pocos tratamientos médicos donde son dos quienes consultan y son dos los atendidos, “podemos decir que el paciente es la pareja” apunta la matrona.
Pero estos tratamientos conllevan también otras circunstancias ya que, en ocasiones, tienen expectativas o exigencias similares pero la vivencia que tendrá cada uno será diferente. “Cómo gestionen la tristeza o la frustración no será compartido por ambos, hombres y mujeres se van a conducir con modos distintos, ni mejores ni peores y como profesionales no deberíamos contribuir a perder de vista que vienen en pareja y estarán en pareja durante todo el proceso, y esto es lo central más allá de quien haga más o menos preguntas en la consulta o quien falte a alguna de ellas, por ejemplo” añade Sobrino.
En ocasiones se puede escuchar o leer que como consecuencia de estas dificultades y del paso por los tratamientos de reproducción asistida surgen conflictos que conllevan la ruptura de la pareja a lo que la matrona subraya que “no dudo que estas dificultades puedan traer muchos malestares para algunas parejas, pero quizá deberíamos cuestionarnos de qué manera acompañamos e intervenimos y si en ocasiones estamos más centrados en los procesos que en esos que están ahí metidos, y es que la meta del embarazo parece primar para todos”.
Es cierto, que en este escenario de tratamientos de reproducción asistida las parejas pueden encontrarse dificultades en su sexualidad, que según apunta la doctora son “comunes en todos los sujetos sexuados, hombres y mujeres, en algún momento de su biografía y que pueden abordarse en consultas especializadas”.
“La capacidad procreativa de los sujetos va más allá del deseo de hijos, es decir que la dificultad para crear un hijo no los limita en su capacidad para crear otros proyectos conjuntamente, pues como hombre, como mujer y como pareja no dejan de ser fecundos” considera Sobrino que opina que “la pareja es lo central y, por lo tanto, no perderla de vista, sería también interesante para los profesionales que acompañan estos procesos, y en el caso de que surjan dificultades que sepan que es posible abordarlas.
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