Irene Sanz Fernández, pediatra especialista en Cuidados Intensivos. Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, nos recuerda que la mayor parte de los ahogamientos se producen en piscinas privadas, incluyendo las piscinas hinchables, y “es por tanto en estas donde debemos extremar la vigilancia de nuestros hijos, recordando colocar vallas de seguridad en las mismas, vaciar las piscinas hinchables cuando se vayan a dejar de usar, y no perdiendo de vista ni un solo segundo a los niños mientras estén jugando en las piscinas o alrededor de las mismas”. A este respecto Sanz Fernández aporta un dato muy significativo: “ únicamente 2,5 cm de profundidad de agua son suficientes para cubrir la boca y la nariz de un bebé, y nunca debemos dejarle bajo la supervisión de un hermano mayor”.
Otra medida eficaz a la hora de evitar ahogamientos es enseñar a nadar a los niños lo antes posible; además, en los niños pequeños que no sepan nadar, hemos de asegurarnos de que lleven un dispositivo que garantice su flotabilidad y que mantenga la cabeza del niño fuera del agua.
Sobre la exposición solar, sin protección es recomendable durante un máximo de 15 minutos debido a que favorece la síntesis de la vitamina D, pero “hemos de tratar de evitar exposiciones más prolongadas sin una adecuada protección: el uso de gorros y manga larga, evitar las horas centrales del día y administrar de forma repetida protector solar de factor 15 o más que ayuda a evitar quemaduras solares” apunta la especialista.
Los niños también se enfrentan a riesgos fuera del agua; por ejemplo, para evitar heridas y traumatismos, “hemos de enseñar a nuestros hijos a jugar lejos del borde de las piscinas, ya que estos en ocasiones están resbaladizos, favoreciendo caídas y golpes”. Es importante también hacerles entender y respetar las normas y señales de seguridad de las piscinas y para evitar traumatismos craneoencefálicos y lesiones medulares, es imprescindible que reconozcan el peligro de tirarse de cabeza en una zona sin la profundidad suficiente.
Finalmente, el mal llamado “corte de digestión”, cuyo nombre real es “hidrocución”, se caracteriza por un síncope que tiene lugar cuando la piel y la vía respiratoria a gran temperatura entran en contacto de forma brusca con el agua fría, desencadenando un reflejo de cese de la respiración que puede acarrear una parada cardiorrespiratoria. “Para evitarlo, es recomendable esperar un mínimo de dos horas para bañarse después de las comidas y no entrar de golpe en el aguda tras haber tomado el sol durante mucho tiempo o haber hecho un ejercicio físico intenso” matiza Sanz Fernández.
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