“El hecho de tener una mascota implica unas responsabilidades por ello, antes de tomar la decisión de tener un perro tenemos que hacernos algunas preguntas. Independientemente de tener niños o no, la decisión tiene que ser meditada y consensuada con toda la familia”, explica el pediatra Enrique La Orden, que añade, “si tenemos niños, la responsabilidad es mayor. Debemos preguntarnos qué espacio tenemos y cuánto tiempo podemos dedicarle puesto que cambiará toda la rutina familiar y requerirá tiempo, dinero y esfuerzo”.
El tipo de perro y de dónde la obtengamos también es un tema importante. “No todas las razas son iguales y no siempre la opción es ir a una tienda de animales puesto que la adopción o la acogida son opciones a tener en cuenta. La edad de nuestros hijos y su carácter nos ayudará a elegir a nuestro perro. No existen razas prohibidas si la educación que reciben es la correcta” apunta Juancho Verona, adiestrador canino profesional por la ANACP (Asociación Nacional de Adiestradores Caninos Profesionales).
Los niños interactúan con sus mascotas de una manera distinta según la edad: los niños más pequeños de 2-3 años las empujan, golpean… así que habría que elegir una raza más tranquila; el niño de 3-4 años los acarician y los niños mayores los abrazan, masajean y los cuidan con un contacto más delicado, por lo que es posible elegir razas más activas. “En relación a este contacto el niño desarrolla una amplia gama de atributos sociales hacia estos animales; estas cualidades hacen que las mascotas sean beneficiosas tanto para el niño en desarrollo como para uso en psicoterapia infantil” considera La Orden. Tener mascota hace que los niños cooperen más y participen más, les hace ser más responsables y tener mayor autoestima y también a ponerse en el lugar del animal e intentar sentir como el animal siente. “Esta empatía la aplican en su relación con otros niños” resume.
El perro es “un ejemplo de lealtad y es un ejemplo a seguir para que el niño aprenda que puede estar solo si es necesario” y a seguir normas de convivencia básica y además es una excelente arma para combatir el sedentarismo y fomentar la vida en familia y la sociabilización con otras personas. En relación con el desarrollo de alergias en la primera infancia, de momento, no está claro el beneficio o perjuicio de convivir con un perro.
“Un perro no tiene por qué ser un incordio, al contrario, si se realiza la elección adecuada, se le integra y educa correctamente, podremos disfrutar con él y será un gran compañero, tanto para los niños como para nosotros mismos” dice Verona. En todo este proceso, pueden contar con el asesoramiento de un profesional que pueda guiarles y aconsejarles. “Si necesitan un consejo, o tienen alguna consulta, pueden ponerse en contacto con nosotros”, señala Juancho Verona “en el 666 76 23 59 o en el correo conducan@conducan.com”.
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