Pablo Gómez García, médico adjunto del Hospital Infanta Elena de Valdemoro, explica que la catarata es “cualquier opacidad en la cápsula o en el contenido del cristalino, independientemente de su efecto sobre la visión”.
El principal síntoma que produce esta enfermedad es una pérdida de agudeza visual progresiva, que se acompaña en ocasiones de deslumbramiento y disminución de la sensibilidad al contraste de colores. En ocasiones estos cambios se producen simultáneamente o van precedidos de un cambio en la refracción en el ojo, principalmente miopización. La catarata no produce dolor ni irritación ocular.
El diagnóstico correcto de la enfermedad se ha de realizar siempre en una consulta oftalmológica, con unos medios técnicos adecuados y la atención del paciente por parte de un oftalmólogo. “En ocasiones los pacientes reciben un diagnóstico de sospecha de un óptico o por parte de un médico de atención primaria, siendo remitidos a continuación al especialista en oftalmología para la confirmación final” explica Gómez García.
El tratamiento es siempre quirúrgico y a realizar en quirófano con diferentes tipos de anestesia, según las características de la catarata, del ojo y del paciente a tratar. No existe tratamiento médico para esta patología. La cirugía de catarata se considera cirugía mayor pero en términos generales se suele realizar de forma ambulatoria, es decir, sin necesidad de ingreso hospitalario por parte del paciente.
“Aconsejamos a aquellas personas de edad media-avanzada que perciban un deterioro visual progresivo que acudan a realizarse una revisión oftalmológica reglada, sin necesidad de acudir a un servicio de urgencias” apunta el doctor “ya que esta enfermedad no constituye una urgencia oftalmológica”. En el caso de los bebés la percepción por parte de los padres o el pediatra de una mancha o reflejo blanquecino en el interior del ojo es un motivo de sospecha de catarata congénita, y debe ser evaluado por el especialista.
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