Si dividiéramos el porcentaje de calorías a consumir durante cada jornada, el desayuno debe aportar un 25% (que se podrá repartir entre el desayuno y el almuerzo en caso de hacer 5 comidas), la comida un 30%, la merienda el 15-20% y la cena el 25-30%.
“Multitud de estudios y publicaciones hacen hincapié en la importancia del desayuno en la dieta; sin embargo, parece que aunque la merienda es una comida fundamental más del día, se considera la gran olvidada en la alimentación escolar, de modo que no siempre tenemos en cuenta si se realiza o no” explica Iván Carabaño Aguado, jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Rey Juan Carlos, que además recalca que “este suele ser el momento del día en que más se abusa de alimentos poco saludables, como azúcares refinados y grasas saturadas, puesto que para salir del paso es lo más cómodo de llevar fuera de casa para que el niño meriende”.
El especialista confirma que existe consenso de las sociedades científicas en que se deberían limitar en la dieta los alimentos ricos en azúcares simples y grasas saturadas como son el caso de zumos envasados, refrescos, bollería, golosinas y snacks, por su escaso valor nutritivo debido a un escaso contenido en fibra, proteínas, vitaminas y minerales.
“Lo ideal desde el punto de vista alimentario sería “rotar” el producto que se ofrece en la merienda, entre fruta, cereales, bocadillo o lácteos” recuerda Carabaño que, en cuanto al horario ideal de la merienda, explica que debe ser “no muy cerca de la comida ni muy cerca de la cena”.
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